
En mi jardín no ocurren con demasiada frecuencia eventos dignos de reseñar aquí, pero este es sin duda uno de los que más me han alegrado. El mayor de mis dos Lophophora williamsii ha amacollado por primera vez, o dicho más coloquialmente, ha tenido su primer hijo.
Este es un acontecimiento muy bonito, pues he cuidado de este ejemplar durante más de ocho años, lo he visto crecer muy lentamente, florecer cada año, y finalmente ha llegado el momento cumbre de su cactácea madurez: mi peyote es ya todo un adulto.
A juzgar por el tamaño del incipiente peyotito, probablemente comenzó a asomar hace algunas semanas, pero no es hasta ahora que he reparado en su aparición.

Por suerte en este caso, mi aficción por documentarlo todo me ha permitido recuperar una fotografía que tomé del mismo ejemplar hace ocho años, a los pocos meses de comprarlo, donde además lucía su primera floración.
No Comments