Hace un año por estos días, estaba comenzando una de mis metas para 2018, que era aprender a montar en monociclo. Fui humilde y me otorgué 365 días para ser capaz al menos de «conducirlo», pero con un poquito de ganas y sin demasiado tiempo para dedicarle (con suerte un par de sesiones a la semana), antes del verano ya lo montaba con soltura y sabía describir curvas, en verano rodaba sobre terreno irregular como tierra, y para Otoño ya era capaz de montarme sin un elemento de apoyo.
La experiencia en general, fue tal cual la imaginaba, habiendo leído sobre el tema en Internet y mirado hasta el último vídeo sobre monociclo en Youtube. Sabía que no iba a ser fácil, y que la etapa inicial sería frustrante. Lo que no imaginaba era la explosión energética que demandaba, ya que si bien había escuchado consejos sobre practicar una hora al día, yo a los 20 minutos ya estaba cansadísimo. Incluso actualmente me resulta un ejercicio bastante intenso, que normalmente no practico más de 45 minutos seguidos.
La curva de aprendizaje puede resultar disuasoria, y además, las posturas forzadas y a veces incorrectas por la inseguridad inicial, me desgastaban por encima de lo normal. Por poner un ejemplo, mientras no se logra cierta soltura, es típico tender a apoyar el peso del cuerpo sobre los pedales en lugar de reposar sobre el sillín, dejando las piernas únicamente para manejar la dirección y velocidad, y como resultado, los cuadríceps se cargan y pueden doler las rodillas. Pero es un bautismo que hay que pasar para alcanzar la gloria.
A pesar de lo dicho, no puedo explicar lo que se siente al comenzar a aprender, los primeros pequeños logros, los primeros segundos de pedalada sin estar agarrado son como volar. Sí, puede sonar muy poético, pero hay que experimentarlo para entenderlo. El sufrimiento y sobre todo la frustración inicial merecen mucho la pena, porque el tiempo y la perseverancia dan paso a una de las actividades físicas más divertidas que he practicado, y que ya se ha convertido de forma permanente en una nueva aficción.
Y este no era un mero reto personal, sino que, tras el proceso de aprendizaje, mi expectativa era que se convirtiera en una forma divertida y gratificante de mantenerme en forma, además de un ejercicio muy completo en el que actúan coordinadamente un gran número de músculos a la vez y además con un énfasis muy interesante en el torso y la espalda. ¿Por qué hacer ejercicios repetitvos y muscularmente localizados como flexiones, abdominales o dominadas, pudiendo hacer un ejercicio muy completo divirtiéndome con un monociclo?
Este es un artículo meramente conmemorativo, pero mi intención es escribir otro artículo a lo largo del año, profundizando sobre ideas, consejos y experiencia con este gran invento.
4 Comments
No puedo creer que,después de todo un año, aún no te haya visto rodar con ese cacharro más allá de tus primeros intentos . La próxima visita merece una demostración de esas habilidades si o si
Claro, la próxima vez no fallo, que normalmente no me prodigo mucho con público jeje
Te estoy leyendo y me brotan las lágrimas, ya voy por mi tercera semana, también las 2 primeras semanas 30 min me casaban muchísimo, acá en invierno pero yo transpirando como si fuera verano.
Yo, tengo mucho miedo, pero hay una gran fuerza en mi interior que me dice fuerza, adelante, lo lograrás y así continuo.
Estoy dando algunos pedaleos atajando me de una muralla.
Gracias por compartir me ayuda mucho.
¡Hola Carolina! Me alegra que te ayude lo que escribo, ya verás como cada vez aprenderás más rápido. Hay un punto de no retorno en que empiezas a «entender» el monociclo. Yo también empecé en invierno, y vaya, ¡que frío pasaba poco! Mucho ánimo ;-)