
Soy una persona que valora mucho los rituales orientados a la depuración de emociones y estados de ánimo producto de una vida urbana, apresurada, y no ocasionalmente deshumanizada. Son como pequeñas «ceremonias de sanación» para mantener el equilibrio, algo que puede sonar demasiado poético, pero que en la práctica lo tiene todo de práctico y terrenal.
Cada persona acaba encontrando las rutinas que le funcionan, según su grado de inquietud e instrospección. Yo, por ejemplo, ya tengo varias, como la lectura (asegurando un espacio cómodo y tiempo mínimo suficiente) o la pintura (algo perdido hace años, pero que quiero recuperar). Mis «ceremonias de jardinería» son un tercer ejemplo de ello, desde sesiones más cortas e improvisadas de riego, saneamiento y algo de limpieza, hasta otras más profundas e intensas como la que ilustra esta entrada.
Es algo que llevo haciendo prácticamente desde niño, y no en vano, hace casi una década, hablaba más o menos de lo mismo en esta entrada mi blog, siendo la jardinería y las plantas, por supuesto, un leitmotiv de este blog desde su inicio.

Un reciente viaje a Murcia del que acabo de regresar me ha brindado la posibilidad de volver a visitar un vivero de cactus al que acudía con frecuencia cuando vivía en esta ciudad. No desaproveché la ocasión de llevarme tres adromischus nuevos y un cactus peludo.

Aproveché esta sesión de jardinería no solo para trasplantar las nuevas adquisiciones, sino también para asignar nuevas macetas a algunos hijos que llevaban un tiempo necesitando una «emancipación», como es el caso del primer retoño de mi Agave parryi.

Una de las tareas principales también fue separar todos los peyotes que nacieron de semillas, de los que ya hablé en este blog hace un par de meses, y asignarles macetas independientes.

Esto supuso el inicio de una pequeña «guardería», donde los mini peyotes y algunos otros hijos como los de mi Haworthia tessellata ya disfrutan de su primera maceta donde crecer y desarrollarse de manera independiente.
Así fue, resumidamente, esta sesión de jardinería, como hacía tiempo que no disfrutaba; todo un ejercicio de evasión, relax, y contacto con la naturaleza, dentro de mi pequeña burbuja en la ciudad de Barcelona.
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