Es la primera vez que sigo un meme voluntariamente, pero ésta me pareció desde el primer momento una idea bastante original, y ahora secundo lo que ya hizo Linkita hace ya un tiempo. La idea creo que habla por sí sola, simplemente se trata de retratar una comparación de cómo eras siendo adolescente, y cómo eres ahora, aunque… ¡hay cosas que nunca cambian!.
agosto 2008
Suele ocurrir que cuando tardo mucho en decidir o culminar algo, acabo cambiando de idea, porque tengo mucho tiempo para pensar, y en mi caso, tener tiempo para pensar es un auténtico «peligro».
Resumamos la situación en que si bien en un principio estuve tentado por un bonito kit de iluminación con flashes SLR (en adelante llamaré así a los flashes autónomos capaces de acoplarse mediante zapata a una cámara), casi siempre he tenido claro que el equipo de mi estudio iba a consistir en material «fijo» de iluminación y entiéndase por esto tres cabezas de flash de estudio con sus respectivos pies amén de paraguas reflectores/difusores, ventanas y un concentrador de luz (spot).
Mi idea era invertir ahora en un equipo casi completo para estudio de interior y más adelante invertir en material de iluminación exterior, pero últimamente me planteo… ¿por qué no usar el mismo equipo en ambas ocasiones y ahorrarme una doble inversión?. Para poner en precedentes, relataré los motivos por los cuales en principio rechacé diseñar mi estudio con flashes comunes SLR:
- La potencia, el primer inconveniente.
- El tamaño de la fuente luminosa. Usar un flash normal «a pelo» es condenarse a usar siempre luz dura.
- Accesorios. Tener una cabeza de flash a la que poder acoplarle una ventana, un paraguas, un cazo o un spot no tiene precio, pero… ¿cómo hacerlo mismo con un flash SLR?.
Pero realmente, y razonando en profundidad estos inconvenientes, creo que no es tan fiero el león como lo pintan, de modo que…
Uno piensa que la tercera vez que presencia un directo de su grupo favorito las impresiones son menos abrumadoras, la ilusión más suave y la adrenalina más calmada, pero nada hubo anoche más lejos de la realidad.
Yo me encontraba a un lado del foso con mi cámara en la mano junto al resto de fotógrafos, esperando para entrar a la tercera y cuarta canción (las únicas que permitieron a la prensa), pero Roberto Iniesta es único, tiene energía, tiene carisma y tiene duende… y no necesitó un sólo segundo, salió al escenario, y me cautivó por tercera vez. Como decía, la impresión fue abrumadora, despertó mi ilusión y disparó mi adrenalina. Así las cosas: Extremoduro para mí siempre es y será grande, muy grande.