La segunda parte de la pregunta sería ¿por qué no una bicicleta de ciudad? Parece un tema simple pero bajo mi punto de vista tiene muchos matices.
Empecemos por lo obvio: Ya poseía una bicicleta de montaña cuando comencé a plantearme usarla como medio de tranporte habitual para la ciudad. Una segunda razón podría ser que me gusta mucho la postura de conducción en una bicicleta de montaña, más incorporado, y con la maniobrabilidad que permite su alineación de rueda delantera y manillar. He aprendido a disfrutar de cada pedalada tanto si estoy haciendo una ruta de montaña, como si estoy callejeando por el centro de la ciudad.
Pero la verdadera razón, y quizás en este sentido alguien más se identificará, es que las calles de Murcia, la ciudad donde vivo, están muy lejos de ser lo transitables que pueden ser las de cualquier ciudad europea. Me explico:
Badenes o resaltos, mal diseñados, mal planificados
Más de uno pensará que los badenes y los alcaldes ibéricos de los últimos 15 años no se entienden el uno sin el otro, y no andará muy equivocado. No todos están mal diseñados ni ubicados, e incluso algunos, además de lo anterior, son totalmente necesarios, pero desafortunadamente no es el caso de la inmensa mayoría de badenes, que los alcaldes de todo pelaje han instalado con frenesí por las ciudades españolas.
Los badenes de caucho (como el de la imagen) son el máximo exponente del horror en este sentido. Son totalmente desagradables, incómodos y hasta inseguros para la bicicleta o una moto, no en este orden necesariamente. Atravesarlos con la bici es tener que levantar el trasero para sentir menos ese «clonk clonk» tan agradable en la espalda, aunque se circule despacio.
Obviamente, los badenes no son el mal. Los elevados de asfalto son bastante menos molestos para las bicis, e incluso por aspirar a un mundo ideal, los badenes de tipo berlinés que han implementado por ejemplo en Oviedo, son módulos de goma de 7,5cm de alto que obligan a reducir la velocidad a los coches, pero que permiten a una bicicleta sortearlos sin mayor problema.
Superficie irregular en todos los pasos a nivel
Murcia es una ciudad cuyo corazón es atravesado por la vía de ferrocarril como una lanza, haciendo las veces de muro de Berlín para el desplazamiento de los vecinos desde hace décadas. Aunque la lucha por el soterramiento de las vías merecería otra entrada aparte, solamente me voy a ceñir a la calidad de los pasos a nivel.
Desde bien pequeño, al atravesar un paso a nivel con un coche, siempre sentía como si la carrocería fuera presa de un terremoto durante los segundos que tardaba en atravesar las vías. El perfil del paso a nivel era sinuoso, y muy lejos de ser mínimamente plano.
Esa idea se transformó en desengaño cuando, una vez adulto, comencé a visitar otras ciudades y sus tranvías y pasos a nivel ferroviarios. Sí, pueden ser bastante planos y respetar la funcionalidad de los raíles. Si no lo creen, viajen por ejemplo a Amsterdam.
Además, las barreras se suelen bajar varios minutos antes de que pase el tren, y se levantaran varios minutos después, pero este es, nuevamente, tema para otra ocasión.
Alcantarillas, parches, y más parches
En tercer lugar no por ser menos importante, están todas las imperfecciones «aceptadas como válidas», es decir, existen a la vista de todos, pero no tienen consideración de atención.
Uno de los más molestos son las alcantarillas, que tras sucesivos reasfaltamientos, quedan a desnivel con la carretera. A priori, son fácilmente sorteables, pero circular haciendo zigzag como un esquiador, es muy peligroso, así que muchas de ellas hay que comérselas conforme vienen. Esto es molesto para coches, y peligroso para bicis y motos.
En armonía con estas tapas de alcantarilla, están los socavones, baches y resaltos que quedan tras sucesivas obras en las calles. Esto no debería suponer un problema, pues dejar raso un parche (y se puede, que mis ojos lo han visto) debería ser condición innegociable para adjudicar cualquier obra en la calzada, pero casi nunca lo he visto cumplido.
Resumiendo
Para circular en bici por Murcia, una ciudad que, al margen de la gestión que sufre, me encanta y me enamora, me siento mucho más cómodo en una bicicleta con ruedas más gruesas, llantas grandes y una buena suspensión delantera. Quizás, en otra ciudad, me plantearía usar una bella bici holandesa o algunas que están claramente diseñadas para la vida urbana.
Mientras tanto, tengo una bici de montaña adaptada a los trayectos urbanos. Sobre estas adaptaciones dedicaré una entrada en el futuro próximo.
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[…] no siempre ha sido así. Mi caso es peculiar, y ya expliqué hace poco por qué a pesar de todo la bici de montaña es mi principal elección en mis desplazamientos cotidianos. En otros países como Holanda es mucho más común ver bicicletas “de ciudad” que, de […]