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marzo 2024

Redescubriendo el placer de pasear

Una de las consecuencias más inesperadas de mi última mudanza ha sido la nueva relación que he ido desarrollando con la actividad de pasear, simplemente comenzar a andar un paso tras otro, sin planear por dónde iré o qué tan lejos llegaré.

Al dejar de vivir en Málaga ciudad, dejé de ir regularmente al centro en bicicleta, debido a la terrible infraestructura de comunicación que tiene Málaga con sus poblaciones más cercanas, pues el atraso de Málaga en movilidad sostenible se palpa en la misma ciudad, pero mucho más aún en sus conexiones interurbanas. Por esto, aprovechando la calma de mi nueva localidad comencé a adquirir poco a poco el hábito de salir a pasear, con caminatas que muchas veces eran de más de una hora, yo, ¡que nunca he sido muy amigo de andar!

La música adecuada en mis auriculares, la atmósfera calmada de las calles y un entorno agradable fueron consolidando poco a poco este nuevo hábito, hasta un punto en el que ni la lluvia me frenaba, más bien al contrario. Si caían algunas gotas en el momento de salir de casa, agarraba el paraguas y caminaba más despacio, disfrutando de la misma actividad con una perspectiva diferente e interesante.

En días así, hay aún menos gente de la que ya de por sí hay en invierno en una localidad como esta, y la atmósfera es diferente, huele diferente, se siente diferente.

Específicamente hablando, no es tanto que ahora me guste pasear como que sí me gusta lo que siento cuando paseo, y por esta razón me he dado cuenta de que a veces, como en este caso, no es tanto el qué sino el dónde, por eso es tan importante tratar de estar donde verdaderamente queremos estar.

Reconectando con Barcelona

Con ninguna otra ciudad he tenido tantas relaciones diferentes como con Barcelona. No puedo contar de cuántas maneras distintas he podido caminar sus calles, como visitante, turista, residente confinado por el COVID-19, trabajador por cuenta propia y ajena, desempleado o simple barcelonés de adopción. Por fin y después de año y medio desde mi última visita, tuve la oportunidad de hacer una pequeña escapada a esta ciudad.

Recorrer su trazado me ha permitido actualizar mi proyecto de Instagram Urban Wrinkles, descubrir nuevos restaurantes de comida vegana, admirar sus vistas desde la zona alta, añorar iniciativas como Obrim Carrers o cambios urbanos como las recientes superillas que sé que no voy a tener en Málaga ni en el mejor de los sueños, ver cómo la red de carriles bici no deja de crecer y un sinfín de cosas más.

Tras tres intensos días, volví a una vida en Málaga que podemos decir ya consolidada, pero sin cortar nunca ese pequeño pero sólido hilo que me une de muy diversas maneras a Barcelona, una ciudad de la que nunca voy a dejar de separarme del todo.