La algarroba es un alimento conocido y desconocido al mismo tiempo, incluso en las regiones mediterráneas en las que crece. El algarrobo o Ceratonia siliqua (el árbol que las produce) se puede encontrar en muchos parques de las zonas mediterráneas de España en incluso muchos lugares donde aparentemente crece de casi de manera silvestre. Es un viejo conocido de nuestros abuelos, que lo llamaban «el chocolate de los pobres» por su sabor y color que recuerdan al cacao y lo fácil de su cultivo, y hay alguno que lo relaciona más como alimento para ganado, pero hoy día aún no está muy extendido relacionarla con la repostería.
Mi historia de amor con este alimento comenzó el día que pedí un flan de algarroba como postre en el hoy extinto restaurante Maná en Murcia, un vegetariano al que me gustaba ir de vez en cuando. Tenía mucha curiosidad porque siempre había escuchado sus comparaciones con el chocolate y me apetecía probar un sabor tan autóctono y hasta ahora desconocido.