
Hace más o menos un año estaba realizando tareas de jardinería rutinarias, que incluían cambios de maceta pero también la creación de una pequeña colonia de nuevos peyotes que habían crecido inesperadamente a partir de semillas que esparcí sin muchas expectativas meses atrás.
No sin algo de pena tengo que decir que la mayoría de ellos no sobrevivieron, quizás por haberlos pasado a una maceta individual demasiado pronto, quizás por haber quedado desatendidos en alguna ausencia, o quizás por las dos razones. Lo que sí puedo celebrar es que uno de ellos ha salido adelante hasta este momento, conviertiéndose en el primer cactus que veo crecer en mi jardín desde su mismo nacimiento.

En esta imagen se puede apreciar el desarrollo que ha tenido desde hace un año, cuando lo trasladé a su propia maceta. Me llama la atención que ha sido el único superviviente sin ser el más grande, y sin embargo ser el único que se albergaba en una maceta de terracota.
Animado por aquella primera experiencia, esta temporada aproveché una nueva floración para diseminar más semillas y repetir esta gran experiencia. El resultado salta a la vista en la primera foto, donde una nueva guardería de segunda generación asoma, en su mayoría, en la maceta de mi Kalanchoe orgyalis y que con un poco de suerte estarán listos para emanciparse en la próxima primavera.
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