La historia de amor que vivo con el café es relativamente reciente, y no ha nacido a través de un cauce previsible. Soy consumidor de café desde siempre, sin embargo, no comencé a tener una verdadera curiosidad hasta que abrazar el zero waste me llevó a incorporar hábitos de vida enfocados a reducir al máximo el residuo que generan mis hábitos cotidianos. Y son esos hábitos los que me llevaron casi sin darme cuenta a la senda del buen café.
Y es curioso el cauce porque hubiera sido más predecible aterrizar a través de cierto espíritu sibarita, pero una de las sorpresas más gratas en mi camino hacia una vida cada vez más sostenible, es este camino, y el camino hacia un buen café, eran y son increíblemente paralelos.
Comencé a sopesar la idea de comprar una cafetera italiana por su simplicidad, sus materiales, bajo mantenimiento y su longevidad, pensando en cosas de toda la vida que simplemente funcionan. En algún momento de esa búsqueda, me asomé al mundo del café espresso a través de una puerta entreabierta, y el olor me llevó hasta un mundo inmenso de conceptos, términos y técnicas relacionadas con «el buen café», dicho así para abreviar. Un mundo del que ya nunca regresé.
Me pareció sumamente fascinante conocer las variedades de café, las técnicas de lavado en origen, la producción, distribución y tostado, diferenciar por primera vez un robusta de un arábica, descubrir el café de especialidad, aprender a comprar café y a elaborarlo en casa con mimo. Como he dicho, ya nunca volvió a ser igual, y el primer Indonesia que probé recién molido, y elaborado en mi nueva máquina espresso, marcó el inicio del idilio que estoy contando con estas palabras.
Una cadena de producción de alta trazabilidad, con una calidad de producción controlada, molido al momento, tostado recientemente, comprado a granel y elaborado en mi máquina espresso me han conducido hacia un sibaritismo que, de manera totalmente natural, es además mucho más respetuoso con el medio ambiente y con los actores de la cadena de producción que otros sistemas hoy día bastante populares. Mi respeto por el entorno me llevó a dejar de consumir mal café.