Soy un gran apasionado de la menta, y nunca me he esforzado por disimularlo. Me gusta la menta de todas las maneras en las que se puede consumir, desde las más imaginables como el licor, After Eight o el helado hasta otras más insospechadas como el café con menta.
Junto con su hermana la hierbabuena (Mentha spicata), que uso solamente para elaborar Tabulé o beber en infusión, la menta (Mentha piperita) es probablemente la planta culinaria que más uso, y por supuesto no falta en mi jardín-balcón.
De las muchas variedades que existen, mi preferida, y la que cultivo en mi balcón, es la conocida popularmente como menta chocolate (Mentha x piperita Citrata ‘Chocolate’), que, a pesar de su nombre, ni sabe ni huele a chocolate, pero es la variedad que se asemeja más al sabor y olor con el que identificamos la menta habitualmente.
Mi obsesión con la menta dio un paso más cuando probé un café con crema de menta delicioso, que se convirtió en la única razón por la que volvía recurrentemente a la cafetería donde lo servían, hasta que aprendí a elaborar la crema yo mismo. Por otro lado, el verano acaba de comenzar, y es un momento excelente para probar nuevos, refrescante y sabrosos experimentos culinarios con menta.
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