En mi jardín no ocurren con demasiada frecuencia eventos dignos de reseñar aquí, pero este es sin duda uno de los que más me han alegrado. El mayor de mis dos Lophophora williamsii ha amacollado por primera vez, o dicho más coloquialmente, ha tenido su primer hijo.
Este es un acontecimiento muy bonito, pues he cuidado de este ejemplar durante más de ocho años, lo he visto crecer muy lentamente, florecer cada año, y finalmente ha llegado el momento cumbre de su cactácea madurez: mi peyote es ya todo un adulto.