A pesar de la fotografía que ilustra esta entrada, el ejemplar de Haworthia chloracanta (que no es la primera vez que aparece) solamente es una mera excusa para probar mi nuevo objetivo, un Nikkor 50mm f/1.8G AF-S. Hacía bastante tiempo que no hablaba de fotografía, y aún más tiempo que no hacía ninguna adquisición relacionada, y la ocasión lo merece.
El 50mm es tradicionalmente la primera compra por excelencia de muchos fotógrafos tras haber comprado la primera cámara, porque su precio lo hace una elección fácil para comenzar a crear un incipiente equipo de fotografía, y además al ser de focal fija ofrece mayor nitidez. Como colofón, tiene una maravillosa apertura de f/1.8 para jugar y jugar.
Mi caso es al contrario, ya que en los últimos diez años he tenido todo tipo de objetivos (grandes angulares, normales, teles, etc.) y accesorios variados, y algo tan común como este 50mm es lo último que ha acabado llegando a mi armario. Ahora toca sacarle el partido que se merece.