Ya dejé pasar la ocasión de vivir su música en directo cuando vinieron en 2011 a Cartagena. Y es que, en ciertos casos, dejar pasar dos oportunidades es demasiado, aunque el precio sea hacer más de 400 kilómetros entre idas y venidas. Merecía la pena, merece la pena.
Los ví el pasado viernes en Cullera, durante el festival Iboga, donde también, de rebote, descubrí a unos interesants Molotov Jukebox que tengo que escuchar con calma. Aunque discutiría muchas canciones del setlist, ofrecieron un directo muy convincente que me hizo guardar la cámara a la segunda canción para agitarme como un poseso en la primera línea en que me encontraba.
Otro concierto imprescindible tachado de mi lista de MDBD («must do before die«).