Ser un eterno estudiante es lo que tiene, tarde o temprano se acaban recuperando viejas costumbres de la vida académica formal para hacer más fácil la vida autodidacta que intento mantener ahora mismo.
Cuando comencé a sumergirme por fin en el mundo de Blender y el 3D, conocía la potencia de su editor de nodos e imaginaba sus grandes posibilidades, pero siempre me resultó algo lejano, abstracto y casi místico. Al principio hacía algún pequeño truco para la postproducción de un render, pero cuando comencé a usar el motor de render Cycles tuve que tomármelo mucho más en serio, porque es imposible profundizar en él sin familiarizarse con los nodos.
Y con el tiempo lo agradezco, porque el funcionamiento y la lógica que tiene el sistema de nodos es tan brillante que cuantas más posibilidades le descubro más me apasiona y sobre todo, más cómodo me siento. El flujo de trabajo con nodos es sencillamente fantástico.
El asunto con los nodos es que es una manera tan gráfica de trabajar que en ocasiones es complicado memorizar determinados esquemas que se repiten para distintas tareas, de la misma forma que se recuerdan combinaciones de teclas o ubicaciones de acciones entre los menús. Por eso ahora me hago chuletas, las imprimo y las tengo siempre junto a los monitores.
La de la imagen es la primera chuleta que he creado, y es un esquema básico de referencia para crear mapas de transparencia para las texturas de los materiales que aprendí gracias a este tutorial de Blender Nerd. Además, también quiero hacer lo mismo para diferentes propiedades de superficie de los materiales como el desplazamiento, el relieve o la especularidad (sic). Puede parecer una tontería, pero incluso, colateralmente, estar rodeado de esas chuletas (junto a algunos renders que he sacado en papel) crea cierta atmósfera de trabajo y estudio que me resulta altamente motivadora.