Parece mentira cómo transcurre el tiempo. Según se mire, seis años es mucho y poco a la vez.
Puede ser mucho porque son más de 70 meses haciendo, con sus más y sus menos, unos 80km a la semana, o poco porque estoy tan acostumbrado que siento que llevara casi toda la vida haciéndolo (y en cierto modo así es) y apenas recuerdo cómo resolvía mis desplazamientos medios y cortos antes de decidir empuñar el manillar en serio.
Para ser franco, ahora mismo me resultaría muy difícil volver atrás. Tanto que cualquier aspecto presente en mi vida (vivienda, trabajo, quehaceres…) se vuelve más difícil y dura si obstaculizara el empleo del que para mí es el medio de transporte perfecto.