Querida Loreena

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Debo reconocer que el inicio de la velada de tu concierto me provocó sentimientos encontrados, cuando comprobé algo sorprendido que tu discográfica (que además ahora es tuya en todos los sentidos) nos hacía firmar un contrato algo curioso sobre el uso de las imágenes, a los profesionales gráficos que acudimos a tu cita.

No fue una forma de comenzar típica, y me enfrió bastante, porque debes saber que fui a tu concierto con mucha ilusión. Ya nos vimos en el castillo de Lorca cuando nos visitaste en 2007 y tenía ganas de verte (y escucharte) ahora, con los varios alicientes que suponen la intimidad y buena acústica del Auditorio de Murcia.

Sin embargo, eres para mí una debilidad musical y lo sabes, al igual que también sabes que desde la primera canción me quitaste el morro torcido de la cara y me hiciste vibrar. Me diste lo que fui a buscar: un buen espectáculo con un montaje excelente y unos músicos superlativos; y pusiste repetidas veces a tu público en pie tocando casi todos tus clásicos. Y además, pude estar contigo en los camerinos al acabar el concierto y comprobé que además eras tan encantadora como siempre quise pensar.

Te diría que me enojó la excentricidad del contrato y que eché de menos que interpretaras Marco Polo (mi tema preferido), pero te lo diría con la boca pequeña porque el concierto de ayer fue el concierto de alguien muy grande, alguien como tú.

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