Una de las cosas que más me fascinan del mundo vegetal con respecto al animal es la increíble variedad de mecanismos de que disponen para reproducirse. Entre ellos, hay algunos que resultan sorprendentes incluso dentro del propio mundo vegetal.
Algunas plantas crasas (por ejemplo muchas pertenecientes a las crasuláceas) son capaces de reproducirse a partir de una hoja caída. La forma es simple: una hoja de desprende y al caer en la tierra, si su base está lo suficientemente cerca de la tierra (o incluso sólo la humedad), empieza a desarrollar raíces y un pequeño brote.
El caso de algunos kalanchoes como el K. beharensis de la foto es aún más curioso entre lo curioso, porque puede producir brotes nuevos con raíz a partir del nervio central de una hoja partida o fisurada, pudiendo esto suceder incluso cuando la hoja aún no se ha desprendido de la planta madre.
Un día de mucho viento la maceta de mi Kalanchoe beharensis volcó, y una semana más tarde encontré la mitad exterior de la hoja partida en el suelo, engendrando los pequeños «bebés» de planta de la foto, y me fue completamente imposible resistirme a plantarlos.