La época estival en Moscú, como en el resto de lugares de las mismas latitudes, ofrece condiciones realmente curiosas para el ojo de un fotógrafo. En Junio el sol se pone sobre las once y media y vuelve a salir a antes de las tres de la madrugada, es lo que se conoce como ‘noches blancas’. Ésto, provoca la sensación de que durante gran parte del día siempre está amaneciendo o atardeciendo, una verdadera suerte para cualquier amante de la fotografía.
Junto a la catedral del Cristo Salvador de la capital rusa, me encontré esta estampa que me facilitó mucho crear esta imagen con tan sólo dos exposiciones.
Me encanta la luz de Rusia en verano, lástima que en invierno ocurra el proceso contrario.
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Amaneceres y atardeceres casí sin descanso…
El sueño de una romántica.
Hola bichi!
He vuelto jeje.