Hace un par de días que me bajé uno de los discos de Mike Oldfield que aún no había escuchado: Millenium Bell. Desde que salió en 1999 había sido muy reticente a escucharlo y/o comprarlo, porque me dejé llevar por el instinto de pensar que sería demasiado comercial y transnochado.
Y vaya si me equivoqué pues el disco al completo es una obra de arte, es un alarde de creatividad musical como tantas que ha ofrecido Mike a lo largo de su carrera discográfica, y tengo que reconocer que me dejé llevar por la opinión que se suele generalizar cuando un producto de éxito tiene «demasiadas» entregas (este álbum sería la cuarta entrega de Tubular Bells).
Este disco fue grabado en los estudios de Roughwood por Mike, quien también ha escrito, producido, tocado la guitarra y hecho los arreglos musicales; toda la orquestación fue grabada en directo en sólo un día en los estudios de Abbey Road y el director y arreglista para la orquesta fue Robyn Smith y la Orquesta de Londres. Además los impresionantes coros de este trabajo fueron realizados por La Coral de Andel de Londres y La Gran Coral de Gospel allende de las voces de Incola Emmanuel, David Serame, Miriam Stockley, Camilia Darlow y el batería de Simply Red.
En conjunto el disco está muy bien compuesto y tiene un sonido que envuelve los sentidos, combina muy bien las etapas del recorrido musical y posee unos detalles muy cuidados. Me apasiona el corte «The Doge’s Palace», adoro ese tipo de canciones melódicas pero a la vez llenas de fuerza y belleza, muy al estilo del disco «Motives for Writing» de Wim Mertens, otro de mis ídolos musicales. Sin duda el disco tiene más canciones que me encantan pero es imposible captar su esencia leyendo lo que escribo, hay que escucharlo para comprenderlo.