Siete meses después desde que escribiera sobre mi epopeya de transición del libro de papel al electrónico, puedo decir que este tiempo me ha servido para constatar que tanto las virtudes como los problemas persisten.
Resumiendo un único caso, me basta para ilustrar lo que puedo contar en general sobre cómo está la situación hoy en día. El caso es, a través de Consumo Colaborativo, una de mis páginas de lectura frecuente, descubro la publicación del libro «Vivir mejor con menos» de Albert Cañigueral. Me parece interesante y además tiene un precio muy razonable. Aquí comienza la aventura de comprar un libro electrónico.
Punto número uno. ¿Dónde puedo comprarlo?
En principio existen dos plataformas disponibles para la versión digital, una de ellas es Amazon. Tras tener que hacerme una cuenta descubrí que si mi lector no era Kindle (el lector que vende en exclusiva Amazon) tenía dos opciones: o leerlo online, o instalar en mi PC un software de Amazon para leerlo en pantalla. Por supuesto, esto es surrealista y Amazon quedó descartado al instante.
La segunda opción es Casa del Libro. Mi primer intento fue fallido porque la página de compra fallaba al entrar en un bucle de redirección que me impidió llegar a comprar. Tras varios días intenté de nuevo la compra y entonces todo funcionó correctamente.
Punto número dos. Efectuando la compra.
La única opción viable era Casa del Libro así que hice la compra en esa tienda, aunque las posibilidades de la compra (descarga, modos de lectura, etc…) eran toda una incertidumbre. Finalmente el proceso fue bien, y tras efectuar el pago, el libro comprado apareció en una parte del área de cliente llamada «mis ebooks». Lo emocionante fue encontrar un enlace llamado «Descargar sin DRM». La siguiente imagen lo ilustra a la perfección:
Al pulsar el enlace, se descargó perfectamente un archivo epub de forma directa y sin ninguna complicación.
Punto número tres. ¿Es tan fácil siempre?
En realidad no. El entusiasmo por el éxito con la compra del libro de Albert Cañigueral me hizo comprar también la versión electrónica de un libro que tenía ganas de leer hace tiempo: «Un matrimonio feliz», de Rafael Yglesias.
Después de comprarlo, me di cuenta de que no iba a tener la misma suerte, porque si en el anterior caso tenía un enlace de descarga llamado «Descarga sin DRM», ahora tengo un enlace llamado «Descarga en Adobe».
¿Descarga en Adobe? ¿Eso qué es? Ni siquiera está bien expresado. En fin, al hacer click en ese enlace, se me descarga un archivo con extensión acsm de pocos bytes, que por supuesto no reconoce (ni reconocerá) mi sistema Linux.
Punto número cuatro. ¿Entonces, qué hacer cuando un libro tiene DRM?
Ya que me había gastado 10€ en comprar el libro con DRM, intenté buscar alguna solución y busqué soporte dentro de la tienda. Sólamente necesito saber cómo puedo usar el archivo del libro, en mi lector Sony T3, pero parece mucho pedir, porque el bot automático me llevó a esta respuesta:
Como el bot permite valorar la utilidad de la respuesta, puntué negativo y mi respuesta también se puede leer en la imagen.
Punto número cinco. No quiero comprar con DRM, ¿cómo distingo los libros que lo incluyen y los que no?
En Casa del Libro
Esto es lo que me parece más curioso. Un dato que considero tan importante y sobre todo tan decisivo para comprar para mucha gente, está tremendamente escondido.
En el caso de La Casa del Libro aparece, tras bajar un poco en la página, en la sección «datos del producto» por debajo de elementos tan secundarios como las sugerencias de otros libros.
Este es el ejemplo del libro «Vivir mejor con menos», sin DRM:
Este es el ejemplo del libro «Un matrimonio feliz», con DRM:
En Amazon
Si en Casa del Libro parece opaco, mejor ni entrar en Amazon, donde me ha costado verdaderos dolores de cabeza aprender a discriminar los libros con y sin DRM, por supuesto con ayuda externa. Resumiendo: solo pone cuándo no lleva DRM, pero si lo incluye, no pone nada, y además no menciona explícitamente las siglas DRM. La forma de comunicar si tiene DRM resulta tremendamente confusa, y, al igual que en Casa del Libro, también incluye esa información en un lugar bastante poco visible.
Este es el ejemplo del libro sin DRM «Largas noches de lluvia», de Marc R. Soto, donde especifica «Uso simultáneo de dispositivos: sin límite»:
Y este es nuevamente el ejemplo del libro con DRM «Un matrimonio feliz», de Rafael Yglesias, donde no se especifica nada al respecto:
Punto número seis. Resumiendo.
Finalmente toda esta experiencia me ha servido fundamentalmente para afianzar mi convencimiento de consumir solamente libros sin DRM y para comprar con inteligencia en las librerías online, aunque por suerte, gracias a las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, cada vez es más frecuente poder comprar directamente al editor o incluso al autor, lo cual confío y espero, que sea lo predominante en el futuro cercano.
Me he gastado 2.9€ en un libro sin DRM (en la imagen que ilustra este post) que en estos momentos ya estoy disfrutando en mi lector. Y me he gastado 10.50€ en un libro con DRM y todo lo que tengo que hacer para ver ese libro legalmente en mi lector, ha resultado tan disuasorio, que, por no descargarlo ilegalmente, he renunciado a leerlo.
Después de todo, lejos de querer incendiar con mala publicidad, esto solo es el relato verídico de una experiencia directa, que quizás pueda aportar algo de perspectiva a las personas que se estén enfrentando a la transición al libro electrónico, o se dispongan a hacerlo.
2 Comments
[…] bien cuando “el dueño de todo” te pone una zancadilla detrás de otra. Después de la última vez que regalé mi dinero a cambio de nada comprando un libro con DRM, hace unos días volví a intentar ser legal, y volví a meter la pata (el hombre es el único […]
[…] hablé bastante en varias ocasiones (Mi aventura con el libro electrónico – primera parte, segunda parte, y tercera parte) explicando el via […]